Edgar Allan Poe es el maestro fundamental de la literatura de terror del siglo XIX, creador del cuento moderno y del relato detectivesco. Poe ha influido a muchos poetas y escritores posteriores, ejemplo de ello son Charles Baudelaire o H.P. Lovecraft. Pero hoy no hablaremos de la influencia que el bostoniano desplegó en estos dos autores, sino en el cuentista argentino del siglo XX Julio Cortázar, autor de Rayuela.

Edgar Allan Poe

Cuenta Julio Cortázar “yo desperté a la literatura moderna cuando leí los cuentos de Poe, que me hicieron mucho bien y mucho mal al mismo tiempo. Los leí a los nueve años y por Poe viví en el espanto, sujeto a terrores nocturnos hasta muy tarde, en la adolescencia. Pero Poe me enseñó lo que es la gran literatura y lo que es el cuento”. La impresión que Poe desató en la mente infantil de Cortázar durará toda la vida, tanto es así que tras el estudio de diferentes lenguas para formarse como traductor, Cortázar decidirá proponer a la Universidad de Puerto Rico la traducción de los cuentos y ensayos de Poe. En 1953, concretamente en el mes de julio, Cortázar recibirá una carta de Francisco Ayala, profesor de dicha universidad, donde se le comunicaba que se había aceptado su propuesta.

La traducción se realizará ese mismo año en Italia, durante nueve meses de incesante trabajo que Cortázar compartió con su mujer Aurora Bernárdez. El resultado fueron 2.000 páginas traducidas, en las cuales encontramos setenta y cinco cuentos, casi una treintena de ensayos, notas y una extensa biografía de Poe. En 1956 la Universidad de Puerto Rico junto con la Revista de Occidente publicará la obra en dos tomos, cuando Cortázar ya casi no recordaba todo el trabajo que le llevó la traducción del maestro del terror.

Julio Cortazar

La traducción de Cortázar es una de los trabajos más importantes realizados sobre la obra de Poe, no solo porque la traducción se sigue publicando, sino por las notas que Cortázar dedicó a los relatos del autor norteamericano. Uno de los problemas que presenta la obra de Poe, como sucederá también con H.P. Lovecraft, es que no tenemos directrices establecidas por el autor de qué orden deben llevar sus relatos o si estos deben aparecer divididos en distintas antologías que recojan ciertos temas concretos.

La clasificación más común de los relatos de Poe es dividirlos entre los “cuentos macabros” y los “relatos detectivescos” -o, peor aún, editarlos por orden cronológico-, pero su obra fue mucho más allá de esta división tan sumamente generalista. Así Cortázar en sus notas propondrá la siguiente clasificación -basándose en el tema tratado en los relatos (como norma esencial) y con el valor comparativo entre ellos (como norma secundaria)- cuentos de terror, de lo sobrenatural, de lo metafísico, analíticos, de anticipación y retrospección, de paisaje, de lo grotesco y satíricos.

Los cuentos de terror se destacan porque este elemento domina obsesivamente durante todas las páginas, algunos de ellos son “El pozo y el péndulo” (1842) o “El entierro prematuro” (1844). Los cuentos de lo sobrenatural, como su nombre indica, están llenos de este tipo de elemento y Cortázar estuvo muy atinado al introducir en ellos relatos como “Eleonora” (1842). Los relatos metafísicos son los relatos de Poe que contienen una profundidad filosófica mayor, algo que también podemos ver reflejado en su ensayo Eureka (1848), destacaremos “La conversación de Eiros y Charmion” (1839). Nos acercamos ya a los famosos cuentos de detectives que Cortázar decidió denominar como “cuentos analíticos” en los que no podemos dejar de citar los famosísimos “Crímenes de la Calle Morgue” (1841). En los relatos de anticipación y retrospección Poe explorará el futuro y el pasado avanzando y retrocediendo en el tiempo con relatos como “El cuento mil y dos de Scheherazade” (1845). La filosofía de Poe no solo fue metafísica, también estuvo centrada en el paisaje como muestra con relatos contemplativos como “La isla del hada” (1841). Por último, tenemos los relatos grotescos y satíricos donde la calidad literaria de Poe empieza a disminuir, ejemplo de ello son “El diablo en el campanario” (1839) o “Cómo escribir un artículo a la manera del Blackwood” (1838).

A modo de conclusión diremos que el trabajo de traducción que Cortázar realizó durante sus nueve meses en Italia tiene un valor incalculable para todos aquellos que quieran adentrarse en el universo de Poe. Además, como hemos visto, Cortázar nos deleitó con una cuidada clasificación de sus cuentos que mantienen el deseo de Poe por demostrar que dentro de la diversidad y variedad de su obra hay una clara unidad entre todos los relatos, como si estos pertenecieran a un todo. Os recomendamos la edición de los Cuentos completos de Edgar Allan Poe (ISBN:  978-84-8393-025-0) que Páginas de Espuma publicó en 2009, donde se usa la traducción de Julio Cortázar.

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